grabados rupestres

donde se unen la tierra y el cielo

donde se unen la tierra y el cielo
En La Palma, la arqueología y la astronomía han cruzado las miradas, unos al suelo y otros al cielo, para coincidir en una misma dirección, interrelacionando las observaciones hasta confirmar la importancia de los atros entre los antiguos habitantes de Benawara.
“adoraban al Sol, la Luna y otros planetas” (Alvise Ca’da Mosto, 1455-1457)

"Quienes tratan de interpretar símbolos en sí mismos miran la fuente de luz y dicen:"no veo nada". Pero la fuente de luz está ahí no para que se la mire a ella, sino para que se mire y vea lo que ella ilumina. E igual pasa con el simbolismo" (Dan Sperber).





jueves, 31 de enero de 2008

Grabados rupestres ¿Qué soportes fueron los elegidos?

Nos encontramos ante una de las manifestaciones culturales más espectaculares que la humanidad nos ha legado. Han ocupado un espacio importante e insustituible en la literatura arqueológica, siendo protagonistas de las más variopintas interpretaciones. Los estudios se han centrado más en las formas (tipos de rocas, ubicaciones, técnicas de ejecución, dibujos o formas representadas, medidas…) que en su dimensión (significado).
La isla de La Palma, no nos cansamos de decirlo, atesora uno de los patrimonios de arte rupestre más importante del mundo; lo avalan los más de 11.000 motivos geométricos, tallados en las rocas mediante golpeos con otras rocas, de igual o similar composición, pues no conocieron el metal. Algunos alcanzan un gran desarrollo, superando un metro de diámetro (caso de la Montaña de Bravo, Puntagorda) y otros más pequeños que apenas desarrollan varios centímetros, tanto sobre soportes fijos como sueltos, aislados o formando grandes agrupaciones.
Cuando llegamos a estos santuarios simbolizados, aparentemente los petroglifos se disponen sobre la superficie de la piedra de manera aleatoria ¿Nos hemos cuestionado alguna vez por qué se encuentran en esos lugares y no en otros? ¿Qué les obligó a elegir el tipo de soporte? Uno de los misterios que suele sacar el sueño a los profesionales de la arqueología es poder entender el criterio empleado para seleccionar los espacios de percusión de los símbolos sagrados. Al realizar trabajos de campo resulta desconcertante comprobar que frecuentemente pequeñas piedras sin aparente importancia, presentan abundantes diseños y por el contrario, rocas cercanas, que de acuerdo al criterio actual presentan aparentemente mejores características para servir de soporte a los grabados, no han sido utilizadas.

espectacular meandriforme que mira a la salida del Sol durante el solsticio de verano
¿Verdad que es sorprendente la presencia de un petroglifo en una pequeña roca irregular o casi deforme, habiendo al lado lajas totalmente pulidas, grandes y planas que están vacías? En la isla de La Palma, en todo el Archipiélago Canario, el principal criterio empleado por la población prehispánica para elegir los soportes tiene una característica muy visible. Para darnos cuenta tuvimos que alejarnos de la metodología descriptiva de la arqueología imperante y acercarnos a otras ciencias que nos empujaron a levantar la mirada al cielo. Y es ahí donde encontramos una respuesta. Comprobamos que las obras fueron hechas en relación a eventos astronómicos relevantes, que las caras de las rocas donde están grabados los símbolos se dirigen a cuatro puntos fijos en el paisaje que coinciden con los ortos y ocasos solares durante los solsticios de invierno y verano. Asimismo, existen piedras que están grabadas por varias caras, justamente aquellas que se proyectan a las posiciones extremas del Sol, simbolizando el ciclo de la vida.
El Sol, en su marco celeste, era el principio divinizado que marcaba de modo indeleble y absoluto el pensamiento religioso.


Piedra grabada por cuatro caras en la degollada de Las Palomas (Puntagorda)


¡Una advertencia! Esto sólo se aprecia in situ, no desde la distancia.

lunes, 21 de enero de 2008

El paisaje circundante obliga a elegir el soporte de los petroglifos y su disposición

La pronunciada orografía y la disposición del relieve de la isla de La Palma es vital para poder entender la orientación de los soportes sobre los que se grabaron más de 11.000 motivos geométricos dispersos por gran parte de la geografía insular. Los awara buscaron los lugares y fijaron sus espacios sagrados en consonancia con el paisaje.
El tipo de piedra no era lo más importante a la hora de elegirla para realizar un grabado rupestre. Los motivos eran otros: la orientación o disposición hacia los cuatro puntos solsticiales. Aunque la inmensa mayoría de los petroglifos palmeros están realizados sobre basalto, algunos se perpetraron sobre la toba volcánica, otros en traquibasaltos, fonolitas, rocas plutónicas e incluso, sobre almagre.
Nos encontramos con dos formas de ejecutar los motivos: mediante un picado continuo (cuando lo único que se aprecia es el surco sin que se noten los puntos de percusión) y discontinuo (en el que los puntos de percusión están claramente marcados, apreciándose separación entre ellos). En ambos casos pueden ser profundos o superficiales, variando según la dureza del soporte, lo mismo que los puntos de percusión. La posición de las manos y las herramientas fue mayoritariamente oblicua o en ángulo a la roca, hacia dentro por ambos extremos del surco. En otros casos, los menos, el golpeo fue vertical, dando lugar a surcos muy irregulares en el grosor. La técnica de la abrasión tan defendida por los investigadores no la apreciamos en absoluto en la gran mayoría de los grabados rupestres de La Palma.
Dependiendo del soporte pétreo y, en menor medida, de la fuerza del golpe, el surco resultante puede ser fino o grueso. La buena ejecución de los motivos nos lleva directamente al supuesto de un uso de aplicación de una percusión indirecta (técnica de martillo y cincel).
El utillaje empleado sería la piedra (basalto afilado, en punta) ya que la población prehispánica desconocía el uso de los metales. Esta circunstancia implicaba la necesidad de recubrir y/o atar el núcleo para minimizar las roturas por los golpes, pues de hecho era necesario cambiar constantemente de herramienta, ya que se deterioraban con rapidez.
Si nos fijamos bien, aunque en apariencia o desde la distancia no lo parezca, los petroglifos palmeros están grabados sobre soportes que se disponen de tres maneras: horizontales, en ángulo y verticales, según el lugar donde fueron realizados. El paisaje circundante obliga a elegir las plataformas, de tal modo que se seleccionan aquellas que están dirigidas a los ortos u ocasos solares durante los solsticios (más del 99 % de los casos). Tan sólo en unos pocos episodios (menos del 1 %), los soportes se dirigen a montañas destacadas (Bejenado y Pico de La Nieve) o al cielo en su verticalidad (Cabeceras de Izcagua, Pinos Gachos o Las Lajitas), sin relacionarse con los solsticios.
Como habíamos apuntado, dependiendo del marco paisajístico de cada lugar:
* Si los solsticios se marcan en el horizonte marino, o sobre el relieve al mismo nivel en que se encuentran los grabados, tendrán una disposición horizontal.
* Si los solsticios se producen por encima de los paneles grabados, el soporte será en ángulo buscando esos puntos referenciales en el terreno.
* En pocos casos (casi insignificantes), siempre en lugares muy característicos por la abundancia de más petroglifos en todo el entorno, encontramos alguna piedra tallada en la cara que mira al cielo de manera vertical.

jueves, 10 de enero de 2008

La tangible experiencia religiosa awara

Hablar de religión siempre es muy comprometido. Debemos empezar por adentrarnos en la mentalidad del hombre prehistórico, lo cual es una buena ayuda para contemplar la evolución del fenómeno religioso dentro de la historia de la humanidad. Sobre las primeras religiones no existen datos ni pruebas fiables por lo que todo lo que se puede hacer es intentar interpretar los restos encontrados y ver cómo pudo ser la espiritualidad que daba sentido al mundo a nuestros antepasados. Se buscan pistas y paralelismos que enlacen los hallazgos con algo más concreto sobre los primeros interrogantes y misterios vitales como son la vida, la reproducción, la lucha por la subsistencia y el trance de la muerte. En el campo en el que nos movemos nunca hay nada seguro, hay que buscar un equilibrio entre lo que tenemos y podemos interpretar en nuestro afán de acercarnos más a nuestros antepasados más remotos. Lo que sabemos con certeza es que los sentimientos más profundos son universales aunque lo ritos y manifestaciones sean diferentes.
El hombre prehistórico depende para su subsistencia de la naturaleza, ya que aún no puede dominarla. Por ello, y ante su incapacidad para explicar determinados fenómenos naturales que inciden directamente en los rendimientos agrícolas y alimento para su ganado, su pensamiento mágico le conduce a adorar como dioses a esas fuerzas naturales visibles o invisibles que condicionan su vida. En última instancia, no hace otra cosa más que interceder ante la divinidad. Basta, que no es poco, con adaptarse a los ciclos de la fecundidad y respetar la naturaleza para creer en conseguir los bienes que necesitan para subsistir. Bajo esta mentalidad, los pueblos viven el tiempo y la historia de forma cíclica: cada año se repite lo mismo. El futuro no puede ser más que la repetición del presente, el cual, a su vez, es repetición del pasado. Las personas que viven en este ámbito son conservadoras.
La verdad que uno ve depende de la interpretación o la tradición. Nuestro caso es el primero, sin romper con la tradición, pues a esto último no escapa nadie. Después de muchos años, hemos podido desarrollar una actitud de captación e interpretación más favorable de la realidad indígena, a través de los restos materiales y a su revelación espiritual. Podríamos preguntarnos y, de hecho, nos preguntamos ¿qué veracidad ofrecen los estudios arqueológicos hechos en Canarias hasta estos momentos? En el apartado religioso, las referencias a Dios se diluyen en la bruma de la ignorancia.
Se supone que cualquier investigador incorformista concebiría su trabajo como una ruptura en la forma de abordar y tratar las cuestiones que más interés puedan tener en el ámbito del conocimiento último. Buscamos y hurgamos en el incómodo tema de la mente religiosa. Nos situamos al límite de la duda, apoyándonos quizás en una célebre frase del no menos célebre físico Richard Feyman: "Lo que no está rodeado de incertidumbre, no puede ser verdad".
Ahora bien, ¿cómo conjugar el trabajo científico con el pensamiento religioso? La experiencia religiosa se debe basar en algo tangible, en el cual los enigmas pueden encontrar respuestas. Descubrir unas reglas visibles que te permitan reconocer cierto orden de verdades es una regla racional (es lo que hemos comprobado, de una manera clara y demostrable, en los amontonamientos de piedras, los canales y cazoletas y los grabados rupestres prehispánicos de la isla de La Palma). Si nos damos cuenta son elementos naturales construidos por el hombre a los que se le ha asignado lo consustancial, lo sagrado, por ser objetos de los que no se pueden manejar a nuestro antojo; en este sentido, son inmanejables. Ya no es algo meramente natural (piedras), pero los podemos reconocer.
Espiraliforme, El Barrial Bajo (El Paso)
Ni más ni menos, para cada problema complejo hay una respuesta sencilla. Entonces, la primera gran respuesta es que los dioses/as son visibles (los astros) y están vinculados a los humanos: necesitamos a los dioses y ellos nos necesitan. Todos sus pensamientos fueron eficaces por razones cognitivas en contextos prácticos (recuérdese que son mucho más antiguos que Jesucristo) hasta cohesionar hacia dentro las sociedades prehispánicas de Canarias.
Para los awara, la Isla (Benawara) es un microcosmos. Su vida (la vida religiosa) puede pensarse como el continuo esfuerzo por cosmologizar el espacio, sentir la fascinación de entregarle orden a las cosas una y otra vez. No basta con hacerlo una vez por todas. El hombre necesita regenerarse, morir y nacer para así vivir una vez más los acontecimientos cósmicos que impulsan la vida. Toda esta indiferenciación tan sólo sirve para regenerar la creación y otorgarle frescura. Una vez que se ha indiferenciado todo, se procede a otorgarle un orden y un sentido al mundo. "El hombre se regenera volviendo a participar del cosmos. Si el agua borraba las diferencias, ahora otorga una vida nueva... Mediante el ritual, el hombre vive los acontecimientos primordiales. En este sentido, destruye todas las formas existentes y se sumerge en el caos y la indiferenciación, sólo para tener oportunidad de regenerar el cosmos. Si bien el rito se inicia con una indiferenciación y un estado caótico, se culmina con una vuelta al orden y a la creación del cosmos, se regenera la vida una y otra vez" (http://www.serbi.luz.edu.ve/pdf/upl/v7n17/articulo01.pdf). Canales y cazoletas en el Barranco de Domingo Díaz (Garafía)
El principio celestial es la base del pensamiento religioso de los awara. Toda comunidad ancestral está en posesión de una considerable cuantía de saber, basado en la experiencia y conformado por la razón. El trabajo ritual y práctico están asociados, la conducta mística y racional se ha mezclado. El Sol es el centro de la simbolización, el que organiza la naturaleza, el que la armoniza y da sentido inmanente a la vida. Abora, la organizadora del cosmos, la Gran Diosa y Madre primordial, divinidad de la fecundidad y del culto a los antepasados. Es tangible y a la vez invisible.

La Erita (Santa Cruz de La Palma), ocaso solar en el solsticio de invierno

miércoles, 2 de enero de 2008

Desde "Amón-Ra" hasta "Abora"







El culto al Sol es uno de los más antiguos y el más extendido que conoce la humanidad. El mismo Sol que adoraron las primeras civilizaciones del Próximo Oriente y Egipto es el que también adoraron las poblaciones bereberes norteafricanas y las culturas prehispánicas canarias.
El dios Amón-Ra Egipcio, de origen africano-sahariano (Castiglioni y Negro, 1986; Cervelló, 1995) aparecería como el dios Achamón (dios sol) de los guanches de Tenerife. G. Camps no estaría de acuerdo, pero la tesis a defender sería que el dios solar habría nacido en el norte de Africa/Sahara y después influye en Egipto (como han señalado distintos autores). Y el sol es un elemento fundamental en la religión y creencias preislámicas de los Amazigh, aunque también lo fue de otros pueblos del Oriente Medio, debido a lo cual distintas oraciones del Islam coinciden con la salida y la puesta del sol, precisamente para eclipsar los cultos solares preislámicos. No por casualidad, Alejandro Magno fue al actual oasis de Siwa (Egipto) para ser investido divinamente en ese oráculo líbico donde estaba la fuente del sol. Y el dios-carnero Ammon, dios Tebano y posteriormente del antiguo egipto, procedería de Siwa (un oasis que se cita a menudo como de los pocos lugares egipcios que quedan con clara presencia amazigh). A Ammon los griegos lo habrían asimilado como Zeus y los Romanos como Júpiter. Sin negar su influencia en otras divinidades solares como Helio, o sutilmente soláricas como Apolo, constata Guillermo Alonso Meneses.
Escribe Francisco López que la religión antigua resulta difícil de entender tal y como hoy concebimos el término. De una manera sencilla, se basa en creencias conectadas unas con otras y en una concepción fundamental de la divinidad. Si algo temía el egipcio de hace 4000 años era precisamente la perdida del orden cósmico que le llevaría al caos reinante, al principio de los tiempos. Este concepto de orden cósmico es extremadamente importante en el estudio del Antiguo Egipto. Por lo tanto, la mayor preocupación de la clase religiosa no es la creación, sino el cosmos, y su orden. Egipto es un país de Sol y lo era en época faraónica, por lo que no es de extrañar el culto que se le reverenciaba como fuente de vida y de existencia. Ra era el dios del Sol, supremo creador, pero Amón, que inicialmente no fue mas que un dios secundario del viento y el aire se tranforma en dios supremo durante la XII dinastía cuando se traslada la capital a Tebas y entonces es venerado como Amon-Ra (www.egiptologia.org/mitologia/introduccion).
Los contactos con el Norte de África los tenemos desde temprano cuando Ramsés II (1300-1235) detuvo el intento de invasión de los libios y los "Pueblos del Mar". Ramsés ocupó la costa hasta El-Alamein y una estela allí encontrada menciona a los Libu por primera vez. De Libu, (rbu), tomaron los griegos la denominación de Lybia primero para llamar a esa zona y luego para denominar a toda África. Bajo Menephta hacia el 1227 a. C. son mencionados los maschwesch, vecinos occidentales de los Libu. Entre los libios con los que se enfrentó Ramses III estaban los Esbet y los Beken, mencionados por Herodoto siete siglos más tarde como Asbistes y Bakales. Precisamente de los "asbites", que podrían ser los "isabaten" de quienes los "tuaregs" dicen que aquellos fueron los primeros en ocupar el macizo sahariano del Hoggar y el Tassili n'Ajjer. Herodoto señala que eran los mejores conductores de cuádrigas (carros tirados por cuatro caballos). Los Bakales llegaron a Marruecos en la época romana. La denominación de maschwesch se relaciona con Amazigh, (hombre libre en Bereber), y que seguramente explica el etnónimo de los Maxues mencionados por Herodoto en las Sirtes. Las dos guerras egipcio-líbicas se relacionan temporalmente con la segunda de las incursiones de los pueblos del mar (www.tartessos.info/bereber/bereberes2.htm). Todos estos datos vienen a confirmar lo que el historiador griego Herodoto (V a.C.) nos proporciona al referirse a los ritos y sacrificios que hacían a sus divinidades los libios, destacando que eran el Sol y la Luna a quienes sólo consagran sacrificios.
Los templos egipcios se hallan corrientemente alineados con la posición del Sol naciente en el solsticio. La orientación del templo de Amón-Ra, en Karnak, tipifica un patrón recurrente: el largo eje del templo apunta, en la dirección sureste, hacia la salida del sol en el solsticio de invierno y en la dirección norte hacia la caída del sol en el solsticio de verano. El templo de Ra-Hor-Akhty, el "Brillante Sol surgiendo en el Horizonte", se ubica en el mismo eje y se abre hacia el punto del amanecer en el solsticio de invierno. Otro templo consagrado a Ra-Hor-Akhty, el Templo Supremo construido sobre el de Amón-Ra, tiene igual alineación.
Con estos esquemas culturales y las prácticas rituales mirando al cielo llegaron a las islas Canarias los pobladores bereberes procedentes del Norte de África con diferentes marcas étnicas, creando nuevas alineaciones con los solsticios y con el mismo Sol, cuyo nombre fue derivando en Acorán, Achamán, Orahan o Abora, todos variantes de una misma raíz.
Petroglifo awara, imágen cósmica del ciclo de la vida en los altos de Tijarafe, a 2.000 m de altitud